Todas las personas que acuden a una terapia psicológica lo hacen buscando soluciones eficaces a sus problemas. Y esto es lo que proporcionamos en Omega Psicología, uno de los mejores centros de psicología en Móstoles. Los psicoterapeutas nos implicamos en hacer lo mejor que podemos nuestro trabajo, basándonos siempre en las leyes científicas de la terapia de conducta, a la que seguimos y en la que nos apoyamos técnicamente, sin olvidar el lado humano de cada persona, y sus circunstancias individuales.
Frecuentemente, encontramos actitudes pasivas o nocivas en algunos pacientes. Estas actitudes, requieren un cambio para mejorar. Hay quienes esperan que «el psicólogo le cure»; pero en realidad, los cambios más productivos y los más persistentes solo los puede llevar a cabo la persona misma; el psicólogo será solo su guía para darle las herramientas que precisa.
Ocurre, a veces, que este obstáculo para la mejoría lo pone el paciente mismo, cuando no realiza las tareas intersesiones que le proponemos, en su propio beneficio (tanto terapéutico, como económico). Terapéutico porque el paciente avanza mejor y más rápido si realiza dichas tareas, y económico porque la terapia será más breve si el paciente realiza al menos la mitad de su trabajo terapéutico en su domicilio. Este compromiso de realizar el «homework» o «trabajo para casa», lo explicamos al paciente desde la primera sesión, y debe estar presente, en todo momento mientras dure la terapia. Es, de hecho, una de las mayores garantías de éxito, ya que tanto en cuanto el paciente respete su propio compromiso y su implicación de esforzarse en la terapia, mayor será su avance y más garantías de cambio obtendrá de su esfuerzo. Lo contrario, no sería resolutivo. Y es honesto decírselo así a los pacientes.
Otro compromiso importante, que tiene que ver con la eficacia de la terapia aplicada, es la frecuencia de las sesiones. Todos los estudios en psicoterapia coinciden en que una vez por semana es el umbral que separa una terapia eficaz de una que no lo es.
Normas de Omega Psicología, centro de psicología Móstoles
Es por esto que en nuestra página web informamos de nuestras normas de centro, y también informamos de dicha normativa en la primera sesión a cada paciente que acude a Omega Psicología y el paciente acepta por escrito estas normas, para cumplir con la Ley Orgánica de Protección de Datos (L.O.P.D), que nos impone a las clínicas dichos protocolos informativos, previos al inicio de la terapia.
También les informamos de la importancia de recuperar las sesiones perdidas, por viajes o circunstancias, a la mayor brevedad, como compromiso y vehículo de cambio; así como de las repercusiones que tiene en cualquier psicoterapia el no acudir desde el inicio, con la periodicidad necesaria e imprescindible para realizar un buen trabajo terapéutico.
Sabemos que hay centros de psicología en m´óstoles y otras ciudades que no son serios y no informan desde el inicio de estas imprescindibles facetas a tener en cuenta para conseguir un tratamiento eficaz. Como en Omega Psicología somos honestos, nunca aceptaríamos a un paciente que acudiera a terapia cuando le pareciera, sin cumplir la normativa, pues, aunque sabemos que así tendríamos un volumen de pacientes muy superior, no sería honesto con los pacientes aceptar la frecuencia de sesiones impuesta por ellos mismos, sin informarles de que no va a ser eficaz una terapia realizada en esas condiciones. Los pacientes se comprometen desde el inicio a una frecuencia de una sesión por semana y nosotros a cambio nos comprometemos con un nivel de eficacia lo más alto posible, según las técnicas que aplicamos cuya eficacia estudiada es variable, según el tipo de técnica. Siempre tratamos de aplicar la técnica más eficaz en cada caso.
Cierto es, que cuando llega el verano y las vacaciones, todos nos relajamos un poco y, frecuentemente, olvidamos nuestras responsabilidades. Esto nunca puede ni debe afectar a un paciente en tratamiento. Lo deseable es que, aunque un terapeuta se vaya de vacaciones, esta marcha no afecte a su paciente. Las dos formas de hacerlo son, habilitar a un terapeuta sustituto del que tenía, por un mes, o bien recuperar las sesiones que las vacaciones del terapeuta le restaron a su regreso.
Pros y contras de posponer sesiones
Si cuando yo me marcho en julio, la Dra. Marta Martínez, psicóloga adjunta de Omega Psicología, me sustituye, aun a pesar de su buen hacer y carácter perfeccionista, el «raport» o relación terapéutica entre el paciente y su terapeuta se rompe, lo que hace que la eficacia disminuya hasta que se establezca un nuevo raport o relación de confianza con ella. Lo mismo sucede si yo sustituyo a la Dra. Martínez durante sus vacaciones de agosto.
Sin embargo, si el paciente elige no quedarse con el psicólogo sustituto durante las vacaciones y decide recuperar sus sesiones perdidas viniendo dos veces por semana, o bien haciendo sesiones de dos horas, durante el mes posterior a sus vacaciones, no se perdería tanta eficacia como si se fuera con el psicólogo suplente.
La contrapartida, lógica por otra parte, es que se gasta más dinero durante el mes de recuperación, pero no pierde tanta eficacia como si no las recuperara.
De lo que no hay ninguna duda, es de que si un paciente rompe su terapia a la mitad sin terminarla ha perdido el dinero invertido y todos los esfuerzos de conducta y emocionales llevados a cabo durante su tratamiento. Eso nos sucede muy pocas veces, pero cuando ocurre, nos da una pena tremenda (los terapeutas también somos humanos).
Por todo esto, desde Omega Psicología, en nuestra normativa, relajamos las normas durante el mes de agosto. Hacemos que no sea obligatorio el recuperar esas sesiones y ofrecemos a los pacientes las dos opciones previas. Es decir, estar con el psicólogo suplente ese mes, recuperar sus sesiones con su psicólogo, o bien no recuperarlas; sabiendo que ambas tres tienen sus inconvenientes, sobre todo la pérdida de eficacia, ya conseguida con el ritmo terapéutico de su frecuencia en la asistencia de sesiones semanales.
Decirle a un paciente que aunque pierda esas sesiones, su eficacia no se resentirá, no sería honesto, y desde Omega Psicología el ejercicio de honestidad es siempre nuestra bandera, algo que sin duda alguna nos distingue de las prácticas no informativas de otros centros, que solo obran por conveniencia económica, vendiendo tratamientos poco eficaces, con tal de que el paciente continúe asistiendo.
Dicho esto, está claro que el paciente debe ser flexible para entender que el psicólogo tiene derecho al descanso vacacional, como cualquier otro trabajador, aunque esto «ponga en riesgo» la eficacia conseguida durante su tratamiento.
Es inevitable, ya que derechos y obligaciones muchas veces se contraponen, y las vacaciones del psicólogo son un buen ejemplo si tenemos en cuenta que muchos pacientes (especialmente los graves y/o crónicos) se sienten desamparados o abandonados. Aún a pesar de los medios técnicos y humanos que en Omega Psicología ponemos en marcha, para que este sentimiento de «abandono vacacional» no suceda, a veces ocurre.
Es difícil explicar a un paciente en esa situación que como psicólogo estás expuesto a mucho impacto emocional y debes descansar para volver con aires renovados a tu trabajo terapéutico. En un caso de una paciente X con trastorno límite, ésta hacía alusión «a lo mucho que me necesitaba en julio, cuando yo no estaba» y cuando se le explica que el psicólogo también necesita descanso y que el centro le dio opciones para recuperar sus sesiones en agosto o ir con la psicóloga adjunta, decía no entender las normas del tratamiento respecto a la recuperación de sus sesiones, e incluso no recordaba haber sido informada de ellas. Cosa que es ilógica en nuestro Omega Psicología, uno de los centros de psicología en Móstoles en los que se informa desde el inicio con detalle, y en el caso de esta paciente en concreto, ya había recuperado algunas.
Cuando una persona elige entre varios centros de psicología libre y voluntariamente, está asumiendo implícita o explícitamente sus normas de trabajo, y no se entiende que alguien firme o suscriba un contrato terapéutico (ni ningún otro) sin estar de acuerdo con ellas. Máxime cuando estas normas de asistencia a la terapia están hechas precisamente para proteger, sobre todo, los intereses del paciente y los resultados de eficacia de su tratamiento.
Política de los centros de Psicología
Cuando se da el extraño caso de que un paciente reserva una sesión con antelación de días y a las escasas 10 horas previas avisa de que quiere cambiar/anular la sesión reservada y ya preparada por el psicólogo (cambio que sucede con menos de 24 horas de antelación para que el psicólogo dé esa cita a otro paciente y no pierda esa sesión, ni la prepare), el psicólogo se ve obligado a cobrar esa sesión, no cancelada con antelación suficiente.
Esta norma es extensiva a todos los centros, no solo a Omega. La diferencia es que Omega lo advierte, tanto en la sesión informativa, como en la web. Somos transparentes y la transparencia no puede ser motivo de queja en este sentido.
En un caso de trastorno de personalidad por evitación, una paciente cancela o aplaza sus sesiones con menos de 12 h de antelación, por WhatsApp llegando el mensaje al psicólogo algunas veces a las 01 horas de la madrugada, y siendo la sesión a las 10 horas de la mañana siguiente. Al suceder esto, el psicólogo puede desplazarse a primerísima hora de la mañana para ver a una paciente que no acudirá. Ni qué decir tiene que estos gestos, son una pérdida económica importante para el centro, además de una «molestia injustificada«, que demuestra poca empatía por parte de la persona que lo hace, y que no puede ponerse en el lugar del psicólogo, que probablemente pierda toda la mañana.
En este caso de una paciente X con trastorno evitativo de la personalidad este centro hizo dos o tres excepciones, en que no cobró la sesión no cancelada, pero cuando finalmente (y con todas las de la ley por el contrato terapéutico establecido desde el inicio) el centro le cobra a la paciente la sesión no cancelada y no hace más excepciones con ella en sus solicitudes de no acudir una semana, o no recuperar sus sesiones, la paciente se enfada y no acude al centro, ni siquiera para responder al cobro pendiente. Es obviamente un acto irresponsable y poco empático.
En pro de un buen «rapport» o alianza terapéutica, el terapeuta debe ser empático con el paciente, pero también el paciente debe ser empático con el terapeuta, respondiendo a los compromisos establecidos desde el inicio, compromisos bien informados por el centro, y aceptados por todos los pacientes sin excepción.
Pensemos que cuando se hace una excepción con un paciente, y dos y tres y cuatro, y el paciente no responde, se está mal-acostumbrando al paciente a tener un trato excepcional y prioritario, que por parte del centro sería una irresponsabilidad, ya que se consideraría discriminatorio para otros pacientes que sí cumplen las normas y actúan acorde a lo establecido de común acuerdo. Con un paciente incumplidor, el tratamiento no avanza. Con un paciente cumplidor e implicado en su tratamiento (no solo en lo que le resulta beneficioso, sino también en lo que le resulta más duro), el tratamiento avanza.
Hacer excepciones con un paciente es discriminatorio para el resto, y ningún centro en su normativa debe ser excepcional para nadie, sino igualitario y eficaz al máximo con todos los pacientes por igual, acatando estos desde el inicio las normas de trabajo y respondiendo el psicólogo eficazmente cuando el paciente está implicado.
Si la paciente X de trastorno de personalidad por evitación resulta ser familiar directo de otra paciente del centro, cuando no abona su sesión pendiente, ¿sería irresponsable por parte del centro comentarle el problema a su familiar? La respuesta es claramente no, basándonos en los principios éticos; aunque la madre no entendía por qué se lo decíamos a ella, pero lo cierto es que el «principio bioético de justicia», y el «principio bioético de no maleficencia» nos hacen considerar que si una paciente en tratamiento es irresponsable para abonar una sesión pendiente, debemos causar «el menor de los males para todos» para resolverlo. Peor sería que un abogado escriba a la paciente una carta para pedir su deuda, cuando ella no se ha preocupado de ponerse en contacto con el centro para abonarla.
El centro de psicología Omega es privado. Una cosa es ayudar a los pacientes y otra hacerlo con pérdidas económicas o de forma altruista cuando una paciente no quiere abonar su sesión por no sentir que la debe cuando se le ha preparado a conciencia, (después de haber hecho el centro muchas excepciones con esa paciente).
La familiar abandonó su tratamiento, por otra parte, extremadamente necesario para ella, dada la gravedad de su trastorno límite, sólo por el motivo de pedirle a ella abonar lo que la paciente no abonaba y por haberse enfadado con el centro por aplicar la misma normativa de recuperación de sesiones (aceptada y firmada por ella), como al resto de los pacientes, no accediendo el centro a saltarse su normativa, por capricho y requerimiento de la paciente.
No hay que olvidar que los pacientes con trastorno límite son pacientes que no distinguen bien su identidad como personas, y en este caso no supo separar o distinguir que lo que pasa a su hija, no le está pasando a ella; que son seres independientes y que cubrir tanto a un hijo hace que sea dependiente y poco resolutivo. No es ilógico pedir el dinero no abonado a su familiar (también en terapia) para que la abone, produciendo la mínima maleficencia posible para la paciente, es irresponsable o ilógico más bien el no abonarla.
Responsabilidad del paciente y del centro
La responsabilidad es por tanto un fenómeno complejo en la psicoterapia. Incluye el acatar las normas del buen hacer del terapeuta, pero también incluye que cuando el paciente se salta las normas, hay que arreglarlo, causando el mínimo daño en el paciente (sobre todo si es una persona muy sensible).
Pero el paciente desde el inicio también debe asumir dos cosas: la primera, que el terapeuta también tiene su sensibilidad y sus emociones, y que por tanto no debe ser «tomado por el pito del sereno» porque eso es una falta de respeto para el terapeuta. Y es irresponsable. Y la segunda que, cuando se hace un «contrato terapéutico», el paciente está aceptando las normas del centro sin excepciones y el proceder del terapeuta que le atiende, y que eso, que sin duda irá en su beneficio, no debe tampoco perjudicar al centro.
Es decir, que la responsabilidad de una persona que acude a terapia tiene pros, pero también tiene contras, y el paciente debe ser lo suficientemente maduro como para asumir no solo el beneficio para él, sino también el no perjuicio para el otro, aunque eso signifique no ganar siempre él. A veces hay que asumir la contrapartida que tiene un beneficio.
Los esfuerzos no son gratuitos (especialmente los eficaces). La empatía como proceso emocional nos hace ponerlos en el lugar del otro, y es algo que se puede aprender a sentir, y sólo así; poniéndonos en su lugar, podremos ser responsables con el otro, en este caso con el terapeuta que le atiende con profesionalidad, rigor y respeto. Si ese vínculo empático no es bidireccional, se producen actos de irresponsabilidad, como por ejemplo, pretender excepciones continuas en su caso, aceptar los beneficios que tiene la terapia pero no su contrapartida económica, delegar en una madre o familiar el pago de sesiones que se deben, o ni siquiera responder a los mensajes del terapeuta cuando no son acordes con sus demandas o no satisfacen sus peticiones.
Si queremos un buen tratamiento psicológico que sin vender milagros sea eficaz y resolutivo, tenemos que aceptar, tanto terapeutas como pacientes, la responsabilidad que el proceso terapéutico implica. Si lo hacemos juntos, conseguimos un buen cambio en los problemas de los pacientes.
Invitamos desde aquí a todos los pacientes responsables y cumplidores, que acudan a Omega Psicología, uno de los centros de psicología en Móstoles, para resolver sus problemas con eficacia y compromiso y las penas que les afligen.