Todos los centros sanitarios tienen sus normas. Cuando un paciente viene a consulta, existen unos protocolos por los que la Ley Orgánica de Protección de Datos (LOPD), la Ley de Autonomía del Paciente, entre otras muchas, regulan las formas en las que se puede administrar un tipo de tratamiento. Además de estos reglamentos, está el Convenio de Oviedo, el propio Código Deontológico del Psicólogo y las propias Reglas del Centro como empresa.
Cuando el paciente de salud mental acude a su centro de psicoterapia, en Móstoles el nuestro, se está comprometiendo implícita o explícitamente a respetar tanto las reglas del centro, como las de administración de la psicoterapia. En nuestro centro siempre instamos a los clientes a leer en la web dichas normas, les damos una sesión informativa para que queden sin dudas antes de evaluarlos y les ofrecemos nuestras reglas por escrito, cuando nos dan sus datos, tal como estipula la L.O.P.D. Aún con todas estas precauciones, seguimos encontrando pacientes «no cumplidores», aunque la norma es que es más frecuente lo contrario.
Caso en nuestro centro de psicoterapia en Móstoles
Últimamente, hemos tenido un desagradable incidente antes de nuestras merecidas vacaciones: un paciente con alto peso hizo «mal uso» de un sillón de confidente de la consulta y lo rompió. El sillón era muy fuerte, casi nuevo y soportaba mucho peso, pero si uno se balancea (cuando el sillón está hecho para sentarse no para moverse), lógicamente se rompe, porque eso es forzarlo y no está preparado para balancearse, sino para sentarse.
Los seguros de continente y de contenido de cualquier centro privado están hechos para cubrir accidentes, no malos usos. Entonces se insta a la persona a que sea responsable de sus actos (en este caso el estar balanceándose que fue la causa de la rotura) y abone una cantidad inferior al coste real del material, pero se niega pues no se sentía responsable de la rotura, a pesar de ser consciente de que las cosas no se rompen solas.
¿Quién debe pagar los «platos rotos»? ¿Quién tiene la obligación legal de reponer el material roto en un centro médico o psicológico privado cuando se ha roto por «mal uso»? ¿Debe ser el centro o el paciente? ¿Quién tiene la obligación moral de reponer lo que rompe en un centro de salud mental privado? ¿El paciente que lo rompe o el centro?. ¿Debe el director del centro de salud comprar muebles nuevos cuando los que había estaban en perfecto estado y han sido usados indebidamente? ¿Qué pasaría si algo así sucediera en un centro médico público? ¿Y qué sucedería si sucediera en nuestra propia casa? ¿Permitiríamos que alguien nos rompiera un mueble dándole mal uso, sin pedirle responsabilidades si no las asume de motu proprio? Todos estos interrogantes nos generan interesantes cuestiones y planteamientos sobre el fenómeno de responsabilidad, en cada persona y en cada paciente.
Responsabilidad del paciente
¿Qué debe hacer un terapeuta cuando un paciente solicita cita por teléfono para evaluarse y el psicólogo está una hora preparando dicha evaluación antes de que el paciente acuda, y finalmente éste no acude y no abona dicho trabajo? ¿Debe el psicólogo trabajar gratis y permitir que un «paciente incumplidor» no cancele ni abone su terapia?
Esto nos sucedió un día en nuestro centro de psicoterapia en Móstoles. Por suerte existen mecanismos legales que penalizan la morosidad, como en cualquier tipo de empresa, y ello permite que los psicólogos de los centros privados no queden «desamparados», por temor a reclamar en justicia lo que les corresponde sin miedo a causar un daño al cliente que incumple las reglas.
Asumir las responsabilidades de nuestros actos pasa por ser personas maduras, pero implica también tener la empatía suficiente como para detectar cuando ocasionamos un mal o un perjuicio a otro. Si tenemos la capacidad de ponernos en el lugar del otro, sintiendo como él siente y pensando como él piensa, y si nos percatamos de cuándo hemos obrado mal con la intención de corregirlo, y de asumir las consecuencias de nuestros actos, entonces podemos decir que somos responsables.
Para ello se necesita la capacidad de saber mirar dentro de uno mismo, y también se hace preciso salirse del egocentrismo y mirar las cosas con otra perspectiva. Hablamos de responsabilidad cuando sabemos asumir, libre y voluntariamente las penalizaciones/consecuencias de nuestros actos, algo que es fundamental entrenarlo desde jóvenes en nuestro desarrollo.
El problema de no asumir la responsabilidad
¿Es un problema de conducta irresponsable cuando no podemos o sabemos asumir dichos costes de nuestras actuaciones? ¿Es un problema de tipo ético o educativo? ¿Debemos los psicólogos asumir la responsabilidad de la educación o moralidad de nuestros pacientes? La respuesta es claramente negativa: los terapeutas nos ocupamos de corregir problemas conductuales y/ o cognitivos, emocionales, etc.., pero una «educación en valores», una ética responsable, se asume en el desarrollo educativo desde que se es infante en todos los círculos pedagógicos por los que pasamos en los contextos habituales en que nos desarrollamos, primero el seno familiar, luego la escuela, la enseñanza secundaria, el círculo de amistades, la universidad, el ambiente laboral, etc.
Los psicólogos no tenemos «bola de cristal», ni podemos adivinar si un paciente va a ser responsable o no cuando rompe algo, o cuando falta a sus sesiones o deja de abonar una terapia. Ese tipo de cuestiones pertenecen a la ética y moralidad de cada uno y son más una cuestión filosófica y educativa, que psicológica.
Relación entre ética y responsabilidad
Tanto dentro de las terapias psicológicas, como fuera de ellas, en nuestro ambiente laboral, familiar o social, encontramos gente que no se siente responsable de sus actos, y gente que sí lo es. Personas que no saben asumir las consecuencias de sus actos y personas que las asumen de buen grado.
Precisamente es el que sea una distribución normal y homogénea en toda la población, lo que prueba que la conducta irresponsable no es sólo una cuestión de salud mental, sino de ética. Mi ética personal, y tal como he sido educada, me dice que si rompo algo que no es mío, debo ofrecerme a costearlo, aunque para ello tenga que prescindir de algo; también mi ética me dice que he de pedir disculpas.
Mi educación me dice que si voy a un podólogo o dentista y rompo una silla que estaba en perfecto estado por empezar a moverme en ella, tengo que reparar el daño a ese profesional. La moral que me han inculcado me dice que debo cuidar mucho más las cosas que no me pertenecen que las que me pertenecen y que si me cito con un profesional en un centro de salud, que me dedica su tiempo previo, con esfuerzo y dedicación, debo remunerarle por sus servicios y avisarle si no voy a asistir para que no trabaje gratis.
Lamentablemente no todo el mundo comparte estos valores éticos y, cuando hay una cuestión económica de por medio, prefiere ahorrarse el costear lo que rompa, aunque eso sea lo procedente y aunque perjudique con ello a otra persona. Por eso me parece que las cuestiones que atañen a una buena educación en valores ciudadanos son imprescindibles para poder convivir en sociedad, respetando a otros. Son, así mismo, imprescindibles para el buen desarrollo psicológico de una persona desde niño a adulto.
Omega Psicología, centro de psicoterapia Móstoles
Desde Omega, centro de psicoterapia en Móstoles, queremos agradecer y felicitar a los pacientes que cumplen con la aceptación de las «reglas del juego» (algo que es imprescindible para iniciar una relación terapéutica de confianza); que cuidan el mobiliario, que acuden periódicamente a sus sesiones, que abonan sus sesiones en el acto, sin demoras inasumibles ni morosidades, y que avisan para aplazarlas.
Hacer eso es respetar a un terapeuta y al trabajo que hace. También queremos felicitar y agradecer a los pacientes que cumplen con sus tareas inter-sesiones para facilitarnos el buen avance de nuestras terapias, como objetivo deseable y prioritario. Deseamos animaros a todos vosotros a implicaros y comprometeros con vuestras terapias, aunque ello signifique asumir y respetar nuestras reglas y el encuadre de trabajo exhaustivo que realizamos con mucha pasión y dedicación, y los medios físicos que utilizamos para ello, para, precisamente facilitarnos el desarrollo normal de nuestro trabajo, sin disturbios, sin morosidad y con profundo respeto por la labor que hacemos; el mismo respeto que nosotros sentimos por nuestros clientes.
Sentimos que la inmensa mayoría sois cumplidores y sentís respeto por nuestro trabajo, y sabéis valorarlo debidamente, tanto en el tiempo sin medida que os dedicamos, como en el esfuerzo que gustosamente invertimos en cada uno de vosotros.
¡¡Mil gracias!! ¡¡Feliz verano y buenas vacaciones para todos!!