Algo está sucediendo con nuestros chicos jóvenes y con el sistema educativo español. Algo falla cuando un adolescente puede entrar en un instituto y matar al maestro, o herir a profesionales y compañeros.
Lo anormal no es el brote psicótico, ya que la psicosis siempre ha existido desde el principio de los tiempos. Lo anormal es que no haya un sistema educativo que garantice la seguridad, no poniendo guardias ni custodios, sino educando en valores ciudadanos, que es el mejor valor protector que podemos dejar como legado a nuestros jóvenes.
Como siempre, decepcionante la labor de los medios de comunicación y su empeño en » diagnosticar» al que comete un delito de sangre. Hoy dan un diagnóstico, mañana corregirán su información y darán otro. Pero, nuevamente permanecerá la misma semilla errónea: la del pensamiento utilitarista de que » hace esto por ser enfermo mental o porque tiene este o este otro diagnóstico x». No señor. Las cosas no son tan fáciles para los clínicos y forenses como para el periodismo.
De nuevo no sabemos con rigor nada del informe forense realizado al chico. De nuevo no especularemos, para no errar. Quise dejar claro al construir esta web, los sesgos atribucionales y los prejuicios que existen en salud mental, con el fin de que no vuelva a relacionarse erróneamente el factor agresividad con el factor enfermedad mental; y aquí dije claramente que un enfermo mental suele ser ( en términos como siempre bioestadisticos), más susceptible de ser víctima que agresor. De todo hay, cierto. Pero la agresividad en enfermos mentales es la misma agresividad, que existe en la campana de Gauss para la población mal llamada » normal» ó sin patología mental.
Pero estoy de acuerdo con los forenses ( psicólogos y psiquiatras), que abogan por modificar la ley del menor haciéndola algo más restrictiva, especialmente no tanto en factores de castigo, como en el factor edad, ya que hoy día los chicos maduran antes psicológicamente, y deben asumir la parte negativa de esa madurez, cuando es para responsabilizar se de un hecho delictivo, siempre que sean ciertamente responsables.
La psicología judicial y forense, me ha enseñado, que cuando una persona tiene un brote , y comete en ese estado un hecho delictivo, es in imputable, en términos generales, ya que nadie puede responsabilizar se de algo que ha hecho en ese estado no consciente del acto. Obvio. Pero también es cierto que el dictamen pericial ha de demostrar circunstancialmente que eso es así, y que no hay nexo de unión entre la responsabilidad del sujeto y la conducta. Labor que no siempre es fácil de demostrar, ya que existen matices, que pueden apuntar a lo contrario, es decir a una responsabilidad e imputabilidad, si el delito en cuestión se ha cometido previa o posteriormente a dicho estado.
Hace tiempo, existió una enorme polémica, con el término » enajenación mental transitoria», derivada de que, efectivamente, la clave terminológica y conceptual, no está tanto en el diagnóstico, sino en el tránsito temporal que ocurre, en cómo de transitoria es. Es decir, en donde empieza la responsabilidad delictiva de un correcto discernir mental, y en donde acaba dicha responsabilidad si se está, temporalmente, enajenado. La cuestión de debate no es sencilla, y ha derivado en importantes aportaciones de la Psiquiatría Forense, la Criminología, la Psicologia Judicial y Forense, y más recientemente, la Victimología, como nueva ciencia con un corpus reciente.
Es decir, la antigua regla sencilla para las peritaciones de que, «si padece una psicopatía pagará una pena por ser consciente y planificador de sus actos, mientras que si padece un trastorno mental severo, no pagará por su delito», ya no sirve. Ahora lo que más peso tiene es la Autopsia Psicológica, y demostrar con una buena e impecable pericial, que todo acto es responsable si podemos demostrar que hay conciencia del mismo, o, lo contrario. Tarea nada sencilla.
En cuanto al brote de este chico, y a su enfermedad, nada debo decir por desconocer su informe diagnóstico, pero de lo que estoy segura, es de que el factor clave ( el único que puede prevenir ), es la educación ciudadana y la educación en valores. Sin ella, nuestros chavales sanos o enfermos, están perdidos. Y aunque seguirá existiendo un delirio en cualquier mente, una mayor y mejor cobertura sanitaria, de especialistas psicólogos en la escuela, el instituto de formación secundaria, la universidad, y todos los organismos oficiales, ayudará sin duda en la prevención y detección de este tipo de sucesos, que acaban con la vida de varias personas, del agredido, del agresor y de su entorno. Reflexionemos todos un poco, en la idea de prevención psicosocial comunitaria. Encontraremos muchas respuestas.